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Tratamiento de hernias de disco

El dolor ciático no aparece de un día para otro. Generalmente es el resultado de disfunciones biomecánicas que se acumulan a lo largo de los años debido a malas posturas, movimientos incorrectos, debilidad muscular, sobrecargas, y en algunos casos, traumatismos o caídas.
Entender este proceso es clave para tratar no solo el síntoma, sino también su causa de raíz.

A continuación, se describe el proceso general de un tratamiento quiropráctico y biomecánico enfocado en la corrección y eliminación de las disfunciones relacionadas con el nervio ciático:

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1. Evaluación inicial: identificación del origen biomecánico

 

El primer paso consiste en una evaluación detallada:

  • Análisis de postura y marcha: Se observan patrones de desequilibrio en la forma de caminar, pararse o sentarse.

  • Evaluación de la movilidad articular: Se revisa la movilidad de la columna lumbar, pelvis, caderas, rodillas y tobillos.

  • Test muscular: Se valoran posibles acortamientos o debilidades musculares, sobre todo en músculos como:

    • Psoas ilíaco

    • Glúteo mayor, medio y menor

    • Piriforme

    • Isquiotibiales

    • Cuadrado lumbar

  • Historial de vida: Se consideran antiguas caídas, traumatismos, lesiones deportivas o malas adaptaciones posturales en el trabajo.

Esta evaluación permite encontrar qué estructuras están generando presión o irritación sobre el nervio ciático.

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2. Descompresión y liberación inicial

 

El objetivo en esta etapa es reducir la presión que existe sobre el nervio ciático:

  • Ajustes quiroprácticos: Mediante técnicas específicas, se realinean las vértebras lumbares, el sacro y la pelvis, liberando los espacios por donde pasa el nervio.

  • Liberación miofascial: Se trabaja sobre los músculos contracturados (como el piriforme o el cuadrado lumbar) que pueden estar comprimiendo directamente el nervio.

  • Movilización articular: Se utilizan movimientos controlados para devolver movilidad a las articulaciones rígidas, reduciendo la tensión que afecta al sistema nervioso.

Esta fase suele traer un alivio importante de los síntomas agudos.

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3. Corrección biomecánica de fondo

 

Una vez liberada la presión inicial, se pasa a corregir los desequilibrios que originaron el problema:

  • Fortalecimiento muscular específico:

    • Fortalecer la musculatura estabilizadora profunda (abdomen, multífidos, glúteos).

    • Corregir debilidades crónicas que alteran la postura y aumentan la carga sobre la zona lumbar.

  • Estiramientos dirigidos:

    • Estirar músculos acortados que traccionan de forma inadecuada la pelvis o columna, como el psoas o los isquiotibiales.

  • Educación postural:

    • Enseñar al paciente a sentarse, levantarse, caminar y agacharse correctamente.

    • Modificar hábitos diarios que perpetúan la irritación del nervio.

El objetivo de esta etapa es reprogramar el cuerpo para que funcione de forma equilibrada.

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4. Reprogramación del patrón de movimiento

 

Aquí se enseña al cuerpo a moverse de manera correcta para evitar futuras irritaciones:

  • Entrenamiento de la marcha: Mejorar el patrón de caminata para que no haya sobrecarga en una pierna o en la región lumbar.

  • Activación de glúteos y cadena posterior: Enseñar al cuerpo a distribuir la fuerza de forma pareja entre la espalda, la pelvis y las piernas.

  • Control de la movilidad lumbar y pélvica: Lograr movimientos suaves y estables en todas las actividades cotidianas.

Este trabajo evita que microtraumas repetitivos o patrones disfuncionales se acumulen nuevamente.

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5. Prevención a largo plazo y mantenimiento

 

Una vez corregida la disfunción, es vital mantener los avances:

  • Sesiones de mantenimiento quiropráctico: Ajustes periódicos para detectar y corregir pequeñas desviaciones antes de que generen problemas.

  • Programa de ejercicios personalizado: Rutinas simples de fortalecimiento y estiramiento adaptadas al estilo de vida del paciente.

  • Revisión de ergonomía: Asegurar que el entorno laboral o del hogar favorezca una buena postura y movimiento.

  • Educación continua: Concientizar al paciente sobre cómo pequeños descuidos diarios pueden reactivar viejos patrones de disfunción.

De esta forma, se logra no solo la eliminación de los síntomas, sino una recuperación estructural profunda y estable que evita recaídas y mejora la calidad de vida a largo plazo.

Conclusión

El tratamiento quiropráctico y biomecánico del nervio ciático no se basa únicamente en aliviar el dolor, sino en identificar y corregir las causas biomecánicas profundas que lo originaron.
Este enfoque integral permite liberar la presión sobre el nervio, restaurar la movilidad, equilibrar la musculatura y reeducar el movimiento para recuperar la funcionalidad completa del cuerpo, evitando que el problema vuelva a aparecer en el futuro.

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